También…

El concurso de acreedores es un proceso judicial al que pueden recurrir tanto las personas físicas como jurídicas cuando se encuentran en una situación de insolvencia, es decir, cuando no pueden hacer frente a sus deudas de manera regular. Este procedimiento busca ordenar y gestionar el pago a los acreedores (quienes tienen derechos de cobro) de manera equitativa, intentando preservar, en la medida de lo posible, la continuidad de la empresa.
Concurso de acreedores
¿Qué ocurre en un concurso de acreedores?
Puesto que el objetivo de un concurso de acreedores es superar una situación de insolvencia, a lo largo del procedimiento se dan una serie de actuaciones y se adoptan una serie de decisiones que tienen un enorme impacto relevante:
Suspensión de ejecuciones.
Al declararse el concurso, se suspenden las ejecuciones de los acreedores individuales, lo que protege a la empresa de embargos y otras acciones judiciales que podrían dificultar su operativa diaria.
Protección del patrimonio.
Durante el concurso, el deudor puede continuar con su actividad económica, bajo ciertas condiciones, protegiendo así su patrimonio y la continuidad de su negocio.
Negociación colectiva.
Permite una negociación colectiva con los acreedores, lo que facilita la reestructuración de la deuda de manera ordenada y equitativa, y explorar la posibilidad de mantener la actividad de la empresa.
Exoneración de deudas.
Al final del proceso, si se cumplen los requisitos establecidos, es posible obtener la exoneración del pasivo insatisfecho, lo que permite al empresario empezar de nuevo sin el lastre de las deudas anteriores.
Administración supervisada.
La figura del administrador concursal aporta una supervisión externa y profesional que puede mejorar la gestión de la empresa durante el proceso, y superar la situación de crisis financiera.
Credibilidad y transparencia.
Iniciar un concurso de acreedores puede mejorar la percepción de la empresa ante terceros, mostrando un compromiso con la resolución ordenada de sus problemas financieros.
¿Cómo funciona un concurso de acreedores?
El procedimiento concursa es complejo, si bien podemos resumir esquemáticamente en estas fases:
Solicitud del concurso.
El proceso se inicia con la solicitud de la declaración de concurso, que puede ser voluntaria (presentada por el propio deudor) o necesaria (solicitada por un acreedor). En este punto, se debe demostrar la situación de insolvencia.
Admisión y declaración de concurso.
El juez, tras revisar la solicitud y la documentación presentada, decide si admite la solicitud y declara el concurso. Una vez declarado, se nombra a un administrador concursal, que puede ser un abogado, un economista o un auditor.
Administración concursal.
El administrador concursal tiene la tarea de supervisar las actividades del deudor, evaluar el estado financiero y elaborar un informe detallado sobre la situación económica de la empresa. Este informe incluye un inventario de bienes y derechos, una lista de acreedores y el reconocimiento de sus créditos.
Fase común.
Durante esta etapa, se recopila y analiza toda la información sobre las deudas y los bienes del concursado. Es un período de revisión y verificación que permite al administrador concursal evaluar la viabilidad de la empresa.
Propuesta de Convenio.
Si se estima que la empresa puede ser viable, se elabora una propuesta de convenio, que debe ser aprobada por los acreedores. Este convenio puede incluir quitas (reducciones de la deuda), esperas (aplazamientos en los pagos) y otras medidas para facilitar el pago de las deudas.
Propuesta de liquidación.
Por el contrario, si no es posible llegar a un acuerdo o la empresa no es viable, se procede a la liquidación de los bienes del deudor para pagar a los acreedores en la medida de lo posible.
Conclusión del concurso.
Una vez cumplidas las fases anteriores y habiéndose llevado a cabo el convenio o la liquidación, se concluye el concurso. El deudor puede quedar exonerado de las deudas pendientes si cumple con ciertos requisitos.
